Dilma y el PT, dos caminos que a partir de hoy se separan con rumbos inciertos
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Alberto Armendáriz
MIÉRCOLES 31 DE AGOSTO DE 2016
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BRASILIA.- "Cesar mi mandato es como someterme a una pena de muerte política", afirmó el lunes ante el Senado Dilma Rousseff, la ex guerrillera que se convirtió en la primera presidenta mujer de Brasil pese a haber desarrollado durante su vida una carrera de tecnócrata, alejada de las campañas electorales a las que la lanzó su mentor, Luiz Inacio Lula da Silva.
Hoy, a un paso de la destitución, Dilma y Lula han puesto al Partido de los Trabajadores (PT) ante un futuro incierto después de 13 años en el poder. ¿Qué sucederá con Dilma, con Lula y con el PT una vez acabado el proceso de impeachment?
"Lo más probable es que Dilma abandone la vida política; nunca fue una política profesional, fue una presidenta por azar, y si es destituida quedará inhabilitada para ejercer cualquier otro cargo público por ocho años", señaló a LA NACION el historiador Lincoln Secco, profesor de la Universidad de San Pablo y autor del libro Historia del PT.
Nacida en 1947 en Belo Horizonte, hija de un inmigrante búlgaro, poeta y empresario, y de una maestra brasileña, Dilma tuvo una crianza de clase media típica; primaria en un colegio católico, y en la secundaria se pasó a un escuela pública, donde, después del golpe militar de 1964, despertó su militancia. Participó en organizaciones socialistas, primero, y luego entró en dos grupos de lucha armada: el Comando de Liberación Nacional (Colina), en el que conoció a su primer marido, Claudio Galeno, y más tarde la Vanguardia Armada Revolucionaria-Palmares, en cuyas filas se enamoró de su segundo compañero, Carlos Araujo, padre de su única hija, Paula (1976), del que se divorció en 2000.
Durante la dictadura estuvo presa desde 1970 hasta 1972 y fue salvajemente torturada. Al quedar libre se mudó a Porto Alegre, donde estudió Economía y comenzó su carrera en la administración pública del estado de Rio Grande do Sul, mientras era afiliada al Partido Laborista Brasileño (PTB, por sus siglas en portugués).
Se especializó en asuntos energéticos y fue su alto grado de conocimiento del tema, junto a su fuerte carácter, lo que sorprendió a Lula cuando la conoció, en 2002. Al asumir el poder, el líder petista la designó primero ministra de Minas y Energía (2003-2005) y luego jefa de gabinete (2005-2010), hasta que sorprendió a todos en las filas del partido al elegirla su candidata a sucederlo en las elecciones de 2010.
"Dilma siempre tuvo una relación conflictiva con el PT, que ahora, tras la experiencia delimpeachment, tenderá a aislarla y abandonarla. Ya sin las prerrogativas presidenciales, Dilma también quedará expuesta a las causas judiciales que tienen que ver con el escándalo de corrupción en Petrobras, compañía con la que estuvo muy vinculada desde sus días de ministra", apuntó el profesor de Ciencias Políticas Paulo Calmon, de la Universidad de Brasilia.
El cerco judicial también parece estar cerrándose sobre Lula, que aspiraba a volver a ser candidato a presidente en las elecciones de 2018. Si no queda preso pronto, es muy probable que de todos modos quede inhabilitado para competir en dos años. "La justicia ha sido muy selectiva a la hora de investigar a los partidos involucrados en el petrolão, y el PT, junto con Lula, es lo que está más bajo la lupa", resaltó Secco.
Sin Dilma en el poder y con Lula en situación de riesgo judicial, el PT encara casi huérfano la difícil tarea de reinventarse. El gobierno de Rousseff -sobre todo en el segundo mandato- alejó con su política económica más ortodoxa a los movimientos sociales que siempre fueron la base tradicional del partido y ahora deberá reconstruir los lazos con ellos, los sindicatos y los sectores eclesiásticos que le dieron origen.
"El PT sufrirá un gran impacto tras el impeachment. Tendrá que buscar nuevos líderes -tarea que postergó durante mucho tiempo- y reconectarse no sólo con los grupos sociales de su base, sino también con parte de la clase media y la elite intelectual que ha apoyado sus gobiernos y quedó estancada con la narrativa del golpe parlamentario", opinó Calmon.
El primer test electoral ocurrirá ahora mismo, en las elecciones municipales de octubre. El PT ya perdió muchos candidatos a alcalde que se fueron a otros partidos, en tanto que los que se quedaron han buscado reducir al mínimo los símbolos de pertenencia en sus campañas, como para no quedar estigmatizados con Dilma. En el partido hay quienes insisten en la postura de la victimización, mientras que otros proponen dar vuelta la página y recomenzar.
"A la larga, la suerte del PT estará condicionada a un proceso de autocrítica de la izquierda brasileña. Cuando João Goulart, del PTB, fue depuesto, en 1964, la izquierda hizo una profunda autocrítica; cuando inició la lucha armada y también perdió, llevó adelante una gran autocrítica. Ahora, sin embargo, están diciendo que estaba todo bien, que no hicieron nada equivocado; eso va a dificultar el camino del PT. Mientras no reconozca que cometió errores y alimente el relato de que todo esto es un golpe, se mantendrá muy debilitado", advirtió a LA NACION el periodista y político Fernando Gabeira, ex guerrillero, ex petista y cofundador del Partido Verde.
Collor votó contra Dilma
El ex presidente brasileño Fernando Collor de Mello, destituido en 1992 por acusaciones de corrupción, fue uno de los legisladores que votó ayer a favor de la destitución de Dilma Rousseff. De 67 años, recordó incluso su propio proceso de juicio político al anunciar su voto.
En comparación con su destitución, la situación hoy es "completamente distinta", dijo Collor, del Partido Laborista Cristiano (PTC, por sus siglas en portugués).
"El gobierno suspendido transformó su gestión en una tragedia anunciada. Es un desenlace simbólico para el Gobierno que hizo [Dilma], con la ceguera económica como su calvario y la tozudez política como su cadalso", señaló.
Ascenso y caída de Dilma Rousseff
Superó la cárcel y subió a lo más alto, pero un abanico de problemas la van devolviendo al llano
La papisa de la subversión
Dilma integró dos grupos guerrilleros durante la dictadura (1964-1985) y usó los nombres de Estela, Vanda y Luiza. Fue capturada a los 22 años y sometida a tres años de cárcel. Un juez la llamó "la papisa de la subversión"
Del Sur al Planalto
Tras recuperar la libertad se graduó en Economía y entró en política en el estado de Rio Grande do Sul. Lula la llevó al gobierno nacional como ministra de Energía y Minas y jefa de gabinete. En 2009 se le halló un cáncer linfático
La primera presidenta
De la mano de Lula, su padrino, en 2010 fue la primera mujer en ser elegida presidenta de Brasil. Desde temprano debió enfrentar el retroceso de la economía, escándalos de corrupción y protestas callejeras
Triunfo y decepción
A fines de 2014 ganó ajustadamente la reelección, pero su segundo mandato nunca despegó debido sobre todo a la recesión y al escándalo de Petrobras, donde la justicia le cerró el cerco a la dirigencia del PT
Sola y abandonada
El abandono de la coalición oficialista del PMDB, del vicepresidente Michel Temer, la dejó sin suficiente respaldo y facilitó el juicio político en su contra en el Parlamento, que la separó del cargo y avanzó a la destitución
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