La discusión de fondo es el desarrollo
Del editor al lector
Algo está muy mal
en nuestras discusiones económicas y lo que está mal es casi obvio:
discutimos coyunturas más que políticas de fondo y en la discusión
priman más los eslogan que las realidades. Horas atrás, Cristina
Kirchner ratificó lo que hizo cuando estuvo en el poder. Dijo: “Es mucho
peor el no consumo que la inflación”, que es como decir que sin
inflación no hay consumo y hay recesión. Es un mecanicismo que lleva a
conclusiones falsas sobre modelos que han funcionado en determinadas
coyunturas pero no en todas. Lo que también está comprobado es que sin
importación industrial tampoco hay suficiente exportación industrial.
Alguna
vez se dijo que había tres clases de naciones: las desarrolladas, las
subdesarrolladas y la Argentina, que teniendo mucho para desarrollarse
no lo ha hecho. La discusión siempre está impregnada por la coyuntura y
la necesidad inmediata. La discusión de fondo queda para otro tiempo y
cada cual llega con su receta, que es muy distinta que la de la
administración anterior. El péndulo sigue moviéndose y las diferencias
son abruptas: si hubo una economía súper cerrada, con cepo y dólar
subvaluado, llegan los próximos con aperturas, liberación y devaluación
para fortalecer las exportaciones.Esa discusión está otra vez ensopada en la ideología ¿Cuántos desarrollos posibles se han frustrado en la arrogancia de creer que se tiene la solución y cualquier otra alternativa es desechada desde la soberbia? Con el presidente Macri en China hoy el temor industrial argentino ya no viene de Europa o Estados Unidos sino de ese país. Por empezar, ni una apertura indiscriminada (que ya padecimos) ni una cerrazón suicida.
Nos debemos una discusión seria con la protección del país en la mira; no en la protección sectorial, cuando no en la protección de suposiciones ideologizadas. La inflación también tiene mucho que ver: a la importación se la ha usado para frenar precios, como se ha usado al dólar para disimularlos, para disimular inflación.
Entonces, lo que se requiere y conviene es decidir en qué el país puede, más que quiere, competir industrialmente con precio y calidad en el mundo, porque la globalización es un hecho e Internet muestra al que quiere qué se tiene en casa y qué no, con qué precio y con qué calidad.
Se puede defender la industria nacional durante un tiempo para ayudarla a ser competitiva, combatiendo el dumping de los países exportadores, pero teniendo como meta la construcción de una autonomía (relativa en la globalización) que ofrezca continuidad y seguridades futuras, como pasos esenciales.
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