Cuando aquí se habla de las discordias técnicas con el Fondo Monetario – políticas, además –, la mira está puesta en el Artículo IV del estatuto del organismo. Esto es, en la negativa del Gobierno a aceptar, desde 2006, el monitoreo anual de las cuentas oficiales, tal cual hace con los países miembros. Pero existe otro punto, menos conocido y acaso más complicado .
Es el artículo VIII, a través del cual el FMI puede “exigir información que considere necesaria para sus actividades”.
Allí entran desde las cifras sobre exportación e importación de mercancías y los balances comercial y de pagos hasta las inversiones de residentes en el exterior y las de extranjeros en el territorio propio. La cuestión que toca directo al Gobierno, en el mismo artículo, se llama “indices de precios” . Según uno de los requisitos, “la obligación de proporcionar la información en la forma más detallada y precisa que sea posible, para evitar meras estimaciones”. Va de suyo, además, que debe ser información confiable .
Este es uno de los problemas que enfrenta el kirchnerismo. Con el riesgo latente de que si no cumple con la regla pueda haber sanciones. Entre ellas, eventualmente, la pérdida del voto en el directorio del FMI y la posibilidad de quedar afuera de la distribución de recursos cuando el organismo es recapitalizado, como los US$ 2.500 millones que vinieron en 2009.
No es poca la amenaza. Y explica la gestión relámpago del ministro Amado Boudou y el canciller Héctor Timerman, el año pasado, en Washington. Llanamente, temieron que saltara una sanción .
Eso explica, también, que el Gobierno pidiera asesoramiento al Fondo para elaborar un nuevo índice de precios nacional. O, más bien, que aceptara acercarse a un organismo al que vapuleó y pagó casi US$ 10.000 millones cash para no verlo nunca más por acá.
La primera misión, en 2010, y la más reciente de ahora son hijas de ese corset. Así sean, además, una manera de ganar tiempo: cosa que en Washington saben y de algún modo consienten.
Por eso economistas locales, que dialogaron con los técnicos de la primera misión, no prevén un informe muy crítico sobre el actual índice de precios. “Probablemente sea bien moderado o bastante vacío ”, dice uno de ellos.
Insisten, sin embargo, en que la amenaza del Artículo VIII sigue vigente. Al tanto de la cocina, algunos opinan que ”las sanciones fueron consideradas seriamente el año pasado y pueden reaparecer en 2012”.
Que el Gobierno haya aceptado sacar un índice nacional, que barrerá con el de la Capital y el GBA, es considerado un paso importante. Pero como sucede a menudo, las apariencias engañan : bien hecho, ese trabajo demandará una nueva encuesta sobre gastos y consumos de los hogares en todo el país, que llevará por lo menos tres años hasta llegar al indicador final.
Se trata, otra vez, de patear la pelota para adelante.
La jugada de Boudou y Timerman no logró evitar que, en los reportes anuales, el FMI insista con las observaciones a las estadísticas del INDEC. Tampoco cuenta el asesoramiento.
En el de días atrás, dijo que, según estudios privados, en 2008 y 2009 el crecimiento real de la economía fue “significativamente inferior” al informado por el INDEC. Y que otro tanto pasa con el índice de precios.
En 2009, por citar un caso, las cifras oficiales pretendieron que el PBI había crecido un 0,9 %, cuando todo el mundo sabe que fue un año redondamente recesivo. Igual a sostener que la inflación anual está en el 9,7 %, cuando estadísticas de gobiernos provinciales cantan arriba del doble.
Así sea grande el esfuerzo que se ponga, las leyendas del Fondo no desaparecerán . Es demasiado pedirle que convalide aquello en lo que ninguno confía, ni aquí ni afuera.
Como se ve, esos reportes siguen citando “fuentes privadas”. Al fin, datos de consultoras que Guillermo Moreno persigue.
En la mayor parte de las multas de $ 500.000 que se han aplicado, la fundamentación parece calcada: habla de falta de “rigor científico” y de que se induce a “error, engaño o confusión” a los consumidores. Increíble pero real: los argumentos salieron del INDEC .
Seguramente, los informes privados tienen imperfecciones o son simples estimaciones. Pero parece excesivo que el INDEC hable de “error, engaño o confusión”. Justo el organismo que todos los meses se empeña en contar la misma película. Tan vieja, que fastidia a los consumidores que Moreno dice proteger .
Cuando la inflación es elevada, como ahora, el diferencial en las cifras debiera rondar los 3 puntos, nunca ser de 10 o más. Donde el INDEC pone un 9,7 % anual, la Dirección de Estadística de Santa Fe dice 21,2 %. Y 28 %, la de Jujuy.
Las dos provincias no han sido elegidas al azar: fueron las que visitó la última misión del Fondo Monetario.
Puede haber divergencias en las metodologías empleadas. Pero el punto no está allí, sino en los precios que se incluyen en el cálculo. Y los del INDEC son, siempre, más bajos que los reales .
Así salen sus índices. Unos números que no son tomados en cuenta por sindicatos y empresarios, ni siquiera por funcionarios del área económica. En realidad, nadie los toma en serio .
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