domingo, 13 de noviembre de 2011

“Soy del 46% que no la votó”

Después de mucho tiempo me he decidido a escribir ésta, mi segunda carta al diario. Espero tener suerte, dado que no me han publicado la primera que envié hace ya un buen tiempo. Estimado Jorge, respondo a tu carta del domingo pasado (“Soy del 54% que la votó”): tengo 51 años, apenas un poco más que vos. Quiere decir que tenemos más o menos vivencias parecidas de los años pasados. Por eso quisiera decirte que no coincido contigo en eso de que en los 70 ya no se tomaba mate en la vereda, ni se jugaba en la calle a la pelota hasta que cayera el sol. O a los baldazos de Carnaval con todo el vecindario participando. ¿Dónde estabas en aquel momento? Puede ser que esas costumbres ya no tuvieran la intensidad de los años 50 y 60, pero en los 70, antes de la dictadura, así era los barrios de Capital y GBA. Te lo dice quien nació y se crió en el Once: viví hasta los 12 años en Loria y Moreno, y hasta los 19 en Moreno y Catamarca.

Lo que se desprende de tu relato es que vos volviste a sentir la calle como propia recién en 1983, con el regreso de la democracia. De esa manera tu comentario podría entenderse, ya que entonces todos aquellos hábitos barriales, es cierto, formaban parte del pasado.

Lamento lo de las quiebras de las empresas de tu familia. Conozco bastante del tema, y seguramente no es tu caso, pero hubo muchas de esas empresas que aprovecharon la coyuntura para llegar a procesos de quiebras fraudulentas. Entiendo que ese no debe ser el eje del debate, aunque comprendo el mal trago familiar que atravesaron en aquel momento y las consecuencias que eso produjo en vos. 

También registré de tu relato que, ya adulto, vos mismo “te caíste” económicamente, y que más allá de los juicios y embargos contás que, casi como “por arte de magia” en 2004 formaste nuevamente tu estudio, todo floreció, el país y tu vida cambiaron. Debo creer en lo que decís, pero suena un tanto idílico.

A mí no me ha ido tan bien, pero siempre “salí a pelearla”. En 2004 no cambió mi vida. Yo trabajo desde el 74, me casé, tengo tres hijos y no soy profesional como vos. Tampoco nunca esperé nada de ningún gobierno, ni de la “justicia” que, según vos, se derramó sobre el país con este gobierno. Te lo digo por el hincapié que hacés con eso en tu carta.

No te cuento sobre mis trabajos porque sería muy largo detallarlos. Lo que sí te puedo decir con la frente bien alta es que jamás jodí a nadie. Ahora, y desde hace tres años, soy taxista propietario y tengo que remar 12 o 13 horas diarias, seis días a la semana, para seguir subsistiendo. 
Mirá vos, qué curioso, pero tampoco coincido mucho con la carta de Gabriela, la de “Exitos, señora Presidenta”, que dio lugar a tu respuesta. Me resultó medio chocante tanto lamento a tanta distancia, pero ése es otro tema.

Y con relación al respeto que mencionás, te cuento que el mismo se mama en la casa, y desde hace un rato largo parece que han hecho desaparecer esa palabra de los libros/diccionarios y en las mismas casas, lo digo por las cosas que se ven y se dicen a diario.
Fijate que la señora Mirta Reyser, dijo el domingo en otra carta que quienes estamos dentro del 46% que no votó a la Presidenta, indirectamente le hicimos demasiado daño al pueblo (???). Yo jamás hice daño a nadie. ¿Eso es respeto? Soy lector de Clarín desde hace 37 años y también me gustaría que se publicara mi carta.

Mario Martín
mmartin09@yahoo.com.ar

El comentario
Los unos y los otros
Tercer domingo de debate sin descalificaciones ni agravios, acaso con vehemencia. Tampoco con miradas ingenuas: las diferencias están, se expresan y nadie abjura de las diversas miradas ideológicas. Es cierto que la democracia no suprime el conflicto, pero tampoco debe entenderse el mismo como el modo permanente de vida de una comunidad. Los del 54% y los del 46% han dicho lo suyo. Hay una voluntad popular legitimada, un consenso amplio que deberá aceptar a quienes piensen diferente. Y viceversa.

Ida y vuelta
"Exitos, señora Presidenta" (III)

Las cartas de Paola Gabriela Pucciarelli y de Jorge Mancini, de los dos últimos domingos, expresando sus desacuerdos y acuerdos con la Presidenta y su gestión, abrieron paso a un interesante debate, que continúa hoy con la carta principal y con fragmentos de otros textos de esta columna.

 Escribo por la carta de Paola Pucciarelli, del domingo 31. Me resultó muy interesante y enriquecedor leer tu carta, Paola, y lamento profundamente que te sientas así con respecto a nuestro país. Estoy de acuerdo con vos en que los argentinos necesitamos soluciones inmediatas para temas sumamente sensibles como ser la inseguridad o el acceso a una vivienda digna, para mencionar sólo algunos.

Pero también quisiera contarte que mi esposo y yo somos dos profesionales (ambos con posgrados completos) que en 2002, con el corazón apretado de dolor, íbamos de embajada en embajada, en pleno invierno, con nuestra beba en brazos, para ver qué país del mundo necesitaba dos médicos ansiosos por trabajar y brindarlo todo.

Al final, decidimos confiar y quedarnos. Y no nos equivocamos. De a poco, nuestro país empezó a cambiar el rumbo y la gente empezó a tener más trabajo. Y ahora, en este momento en que países que nunca hubiéramos pensado están "tecleando", nosotros seguimos creciendo.

Buscar el país perfecto es una absoluta utopía. ¿O me vas a decir que en España, donde vivís, todo es color de rosa? Nosotros, con alegría, podemos decirte lo que pedís escuchar: "Volvé, no sabés lo bien que se está. Nadie quiere corromperte ni quitarte lo que es tuyo". Acá podés forjar tu futuro, crear tu propio empleo y armar tu propia familia dignamente. Porque el futuro lo hacemos cada día, con responsabilidad y profundo amor por esta tierra buena.

Carina Krasnoff
carinakrasnoff@live.com.ar

 Escribo por el párrafo del comentario del editor de esta página sobre la carta de Jorge Mancini ("Soy del 54% que la votó") acerca de que "hay que profundizar el diálogo antes que el modelo". Faltó expresar "... desde el Gobierno...", ya que ésa es la instancia para concretar el objetivo. Aquí encuentro el problema, pues el Poder Ejecutivo, con los votos obtenidos, "irá por todo": ése fue su estilo aún cuando ejercía el gobierno con muchos menos votos.

Yo tengo otra visión que no es sólo la del el diálogo. Fiel a la "democracia representativa y constitucional", mis sugerencia van a los "opositores" y lo digo en mi condición de independiente. Entiendo que está en la oposición la capacidad y la responsabilidad para poder dar origen a una "nueva visión de Nación", con apego a la Constitución para dar inicio a un proyecto de desarrollo sostenido.

Los ejemplos que da el Gobierno, con su autoritarismo, el populismo, la corrupción desembozada, la inseguridad pública, social, jurídica y militar estratégica, el aislamiento internacional, etc., etc., deberían conmoverlos y hacer que se decidan a pensar en esa otra visión. En ese marco, me pregunto si es posible el diálogo político. Más bien creo que el Poder Ejecutivo hará uso de su "dialéctica" para fortalecer "el modelo".

Rodolfo Mazzino
mazzino@telecentro.com.ar

Coincido en líneas generales con la carta publicada por el señor Mancini el domingo pasado. Y también me asombra que se publicara. Lo bueno precisamente es opinar diferente y más allá de las comillas en el comentario del editor acerca del "modelo", éste es el fondo de la cuestión: qué modelo de país queremos los argentinos; baste sólo con repasar los años 1999 al 2004 en materia política, cultural, económica y social (estoy revisando las tapas de Clarín) y comparar con este hoy, complicado, difícil, con faltantes, pero sin dudas con un proyecto absolutamente diferente desde el punto de vista de la inclusión de la inmensa mayoría de los argentinos.
  
Profesor G. Batista
HISTORIADOR UBA-UNLZ profesorgbatista@hotmail.com

  Evidentemente, la población priorizó con su voto las mejoras económicas, sociales, la situación de los jubilados. Es valedero y aceptable. Si una minoría toma una elección como un Boca y River, o falta el respeto, creo que no es grave. Siempre ocurrió, se supera y se corrige. Esa minoría no desprestigia un acto eleccionario y mucho menos el sistema democrático, el cual se irá perfeccionando.

Gabriela, es aquí donde le hago una crítica: es malo no tener posición política, no participar en el sistema democrático, pedir soluciones y no tener confianza en la política.

Si bien no hay solución "mágica" ni absoluta en seguridad, entiendo que ningún otro candidato a Presidente ofreció alternativas creíbles.


Luis Osorio
luisosorio18@yahoo.com.ar
  
Una carta...

Quisiera expresar mis sentimientos en mi nombre y en el de toda mi familia a través de este espacio que Clarín nos brinda. Y así contarles a todos la admiración y el orgullo que sentimos para quien fuera José Marturano, mi padre.

Basilio Marturano
basiliodiego@hotmail.com  

Una historia... 

La historia de don Basilio Marturano, tal cual la cuenta su propio hijo, es casi un arquetipo de la Argentina del siglo pasado, que supo de la generosa actitud de abrir las puertas a los inmigrantes para permitirles organizar acá sus vidas, fundar familias y hacer de nuestra tierra un país grande y, sobre todo, digno. 

"Mi padre fue un italiano de ley", describe el lector. El llegó a la Argentina con su madre y tres hermanos. En Italia la vida los había golpeado muy duro a todos ellos con la prematura muerte del jefe de la familia. Don Basilio era entonces apenas un pibe de 13 años. Dos años después, ya en la Argentina, tuvo que salir a trabajar para sumarle garbanzos al ajustado presupuesto de la familia. 

"Ayudaba en sastrerías con el fin de que algún día pudiera aprender el oficio y tener su propio negocio". Así era aquél país de entonces, en donde los maestros transmitían sus saberes y se podía progresar desde abajo. "Su juventud la pasó trabajando casi sin disfrutar de esa etapa, pero fue gracias a eso que pudo crecer y poner su propia sastrería. Se llamó Cheverny", recuerda Basilio. 

El domingo pasado, don Basilio hubiese cumplido 74 años. Ya no está entre nosotros, pero su presencia ilumina siempre a la familia: "El fue un gran hombre, buen padre y buena persona y, sobre todo, un gran ejemplo. Donde quiera que se encuentre, ojalá se entere de este homenaje. Quiero decirle que lo extraño y que le agradezco todo lo que hizo por mí. 

Papá, te quiero mucho".

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