viernes, 19 de agosto de 2011

Tierra fértil para el narcotráfico


En los últimos siete días se conocieron hechos que vuelven a demostrar que el narcotráfico es, en sus distintas facetas, una incontrastable realidad en la Argentina: el ataque de una avioneta ilegal que transportaba 70 kilos de marihuana contra un helicóptero de la Gendarmería, en Santiago del Estero; el descubrimiento de una gigantesca cocina de cocaína en el barrio porteño de Pompeya, y, hace poco días, el hallazgo de más de 30 kilos de pasta base para elaborar cocaína, producido tras el accidente de una avioneta en Paraná.
Por esas mismas horas también se supo de la decisión de la Unidad de Información Financiera (UIF) de archivar sin investigar alrededor de 1200 alertas de lavado de activos, algo que tampoco puede pasarse por alto, pues está sobradamente comprobado que el narcotráfico es, junto con la corrupción y la evasión impositiva, una de las causas principales del lavado de dinero.
A ello debe agregarse el sorprendente hallazgo de una plantación de marihuana debajo de la avenida General Paz, a metros de la avenida Cabildo y de un puesto de control de la Policía Federal.
Los hechos señalados se conocieron cuando aún están muy frescos otros resonantes casos de narcotráfico: la detención de gendarmes en Salta, cuando ingresaban desde Bolivia casi 980 kilos de cocaína; el vuelo de los hermanos Juliá con 944 kilos de cocaína que terminó en Barcelona luego de transportar el cargamento por gran parte del territorio nacional y luego de pasar como si nada por los aeropuertos de Morón y de Ezeiza; el velero deportivo de bandera estadounidense, tripulado por españoles, que por un desperfecto quedó inmovilizado frente a la costa de Olivos con 444 kilos de cocaína, y el otro avión procedente de la Argentina que arribó a Madrid con 250 kilos de esa misma sustancia, por sólo citar algunos de los casos más resonantes.
Con ser muy importante, ese detalle no es el único por ser considerado a la hora del balance, pues para tener una aproximación de lo que pasa en el país en materia de narcotráfico debe recordarse que, según se acepta en la Justicia y hasta en las Naciones Unidas, lo que se descubre representa sólo entre un 10 y un 15 por ciento del volumen total.
A tono con su costumbre de negar la realidad o de maquillarla, el Gobierno tardó en tomar nota de una situación que, por cierto, no nació en 2003, cuando Kirchner asumió como presidente, pero sí se ha agravado y consolidado desde entonces.
El Escudo Norte, flamante pero tímido plan del oficialismo para dar mayor combate al narcotráfico, sigue siendo eso, un plan más que una realidad, pues su desarrollo está íntimamente vinculado con la extrema lentitud en la radarización del norte del país.
En junio pasado, al referirse a la decisión de dejar en manos de la empresa rionegrina Invap la construcción de radares militares, el Poder Ejecutivo se ufanó de que la Argentina había alcanzado "independencia en materia tecnológica en una cuestión altamente sensible".
La Presidenta pareció ignorar un punto crucial al cual se refirió entonces el ministro de Defensa, Arturo Puricelli: durante este año lnvap podía entregar sólo un radar de los seis que se consideran necesarios para blindar el Norte, en tanto que la provisión de los restantes se completará recién en 2014. Demasiado tiempo para combatir a pleno un flagelo que corrompe a todos los estratos de la sociedad cobrándose vidas.
Paralelamente a la lentitud con que avanza la radarización, la decisión del Gobierno de reforzar la seguridad de los grandes centros urbanos con personal de la Gendarmería y de la Prefectura ha tenido el lógico efecto indeseado que suele darse cuando se corre detrás de los acontecimientos: la inseguridad sigue siendo un azote que mata y no hay constancia de que la villa 1-11-14, en pleno barrio de Flores, haya dejado de ser un reducto narco, al tiempo que se ha debilitado la presencia de esas fuerzas en sensibles áreas fronterizas.
Por otra parte, cualquiera puede ver a toda hora, y no ya en zonas alejadas sino incluso en torno de la Casa Rosada, el Obelisco y muchas plazas públicas, el consumo de paco, pegamentos y otras sustancias por parte de personas, en su mayoría chicos y adolescentes, pertenecientes a familias que no han sido alcanzadas por el modelo de inclusión social del que tanto se enorgullece el Gobierno.
La cantidad de episodios que, no obstante su gravedad, van quedando rápidamente en el olvido y sin ser aclarados, sepultados por otros nuevos, demuestra que la Argentina es un campo cada vez más fértil para la producción y el tránsito de estupefacientes. Hechos propios de naciones latinoamericanas agobiadas por la violencia desatada por el narcotráfico ocurren cotidianamente en nuestro país.
Si el oficialismo tiene este tema de tamaña magnitud en el tope de sus prioridades, lo disimula muy bien. No hay más que repasar los discursos de la Presidenta y de sus ministros para comprobarlo o simplemente fijarse en el magro presupuesto que se destina a la Sedronar
Para el kirchnerismo y para el amplio y poderoso pool de medios de comunicación que le hacen propaganda pagados por el dinero de todos los argentinos, el narcotráfico es algo de lo cual no se habla.
Años atrás Colombia y hoy México, donde el narcotráfico controla ciudades enteras y ha provocado miles de muertes, son ejemplos demasiado cercanos, no sólo geográficamente, como para que el Gobierno esconda el tema debajo de la alfombra..

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