TABANO INFORMA
Por qué ganaron los K
por Alejandro Sala
por Alejandro Sala
La contundente victoria del kirchnerismo en las elecciones del último domingo se explica, esencialmente, por el hecho de que las expectativas mayoritarias respecto de los gobernantes son muy limitadas. No se trata de que la gente no sepa lo que es el kirchnerismo sino que, sabiéndolo, lo apoyan igualmente. Frente a esta circunstancia, no hay solución ni alternativa posible. Hasta tanto no se modifique la escala de valores predominante, no hay solución posible.
El kirchnerismo es corrupto, cínico, demagogo, mentiroso... Todos sabemos que es así, incluso aquellos que lo votaron. Pero, a pesar de eso, lo votaron igual. Muy bien, ganó el kirchnerismo. Felicitaciones, señora Presidenta. Pero, aunque haya ganado con más del 50 % de los votos, no por eso el gobierno deja de ser corrupto, cínico, demagogo y mentiroso. Si el pueblo elige corrupción, cinismo, demagogia y falsedad, pues bien, esto será lo que habrá. Pero en tal caso, la corrupción, el cinismo, la demagogia y la falsedad no pasarán a constituirse en valores virtuosos sino que seguirán siendo conductas inmorales, aunque la población, a sabiendas de lo que estaba haciendo, igualmente haya elegido votar al partido y a la candidata que representa simbólicamente esos valores.
Frente a este argumento, pierde sentido el planteo referido a los supuestos errores de la oposición. La oposición no tenía modo de derrotar al gobierno. Si el pueblo no tiene voluntad de sancionar en las urnas a los inmorales, no tiene sentido ofrecerle algo mejor. Aunque la oposición hubiese desarrollado la mejor estrategia, aunque todos los candidatos opositores hubiesen aportado a un proyecto común y sacrificado sus legítimas aspiraciones personales, igual hubiesen perdido ampliamente. La diferencia con el segundo podría haber sido algo menor pero el impacto y el significado político sería el mismo.
Pero el punto clave de toda la cuestión es que la fuerza dominante del sistema político es aquella que expresa valores negativos. Eso es lo preocupante y lo que no preanuncia nada bueno. Que una fuerza corrupta, cínica, demagoga y mentirosa gane con semejante ventaja es trágico porque pone en evidencia que todos esos disvalores no desencadenan una conducta de rechazo. Ningún sistema social se puede sustentar sólidamente en semejantes valores éticos. Con el tiempo, la inmoralidad implosiona y el ordenamiento social concluye desmoronándose y entrando en una crisis de consecuencias imprevisibles.
Esto significa, lisa y llanamente, que el pueblo argentino ha elegido recorrer el camino del fracaso. Quizá la mayor parte de la gente no comprenda que un sistema como el kirchnerista está, tarde o temprano, condenado a desbarrancarse y por eso lo apoya, suponiendo que las inmoralidades que el gobierno representa no tienen importancia.
Pero al margen de que esas inmoralidades implican instituir un sistema de convivencia absolutamente perverso, lo cierto es que hasta desde un punto de vista pragmático el sistema que el kirchnerismo propugna es inconveniente porque no genera las condiciones para el progreso y el bienestar. Entonces, llegará un momento en que todo el andamiaje se tornará insostenible y los mismos que habían apoyado y convalidado todas las inmoralidades se rebelarán contra ese gobierno y así sobrevendrá la crisis. Pero frente a esa crisis no habrá elementos para abordarla porque todos los valores morales, que son el fundamento para superar las situaciones complejas, habían sido subvertidos. La forma de superar una crisis es asumiendo la realidad pero si lo que está en crisis es el contacto con la realidad (distorsionado por la corrupción, el cinismo, la demagogia y la mentira del gobierno) nos habremos quedado sin mecanismos aptos para resolver los problemas.
El futuro de nuestro país es sumamente preocupante si este rumbo no se rectifica. Por el momento, la posibilidad de que algo así ocurra parece utópica. Por lo tanto, deberemos atenernos a las consecuencias. En definitiva, es lo que el pueblo eligió.
El kirchnerismo es corrupto, cínico, demagogo, mentiroso... Todos sabemos que es así, incluso aquellos que lo votaron. Pero, a pesar de eso, lo votaron igual. Muy bien, ganó el kirchnerismo. Felicitaciones, señora Presidenta. Pero, aunque haya ganado con más del 50 % de los votos, no por eso el gobierno deja de ser corrupto, cínico, demagogo y mentiroso. Si el pueblo elige corrupción, cinismo, demagogia y falsedad, pues bien, esto será lo que habrá. Pero en tal caso, la corrupción, el cinismo, la demagogia y la falsedad no pasarán a constituirse en valores virtuosos sino que seguirán siendo conductas inmorales, aunque la población, a sabiendas de lo que estaba haciendo, igualmente haya elegido votar al partido y a la candidata que representa simbólicamente esos valores.
Frente a este argumento, pierde sentido el planteo referido a los supuestos errores de la oposición. La oposición no tenía modo de derrotar al gobierno. Si el pueblo no tiene voluntad de sancionar en las urnas a los inmorales, no tiene sentido ofrecerle algo mejor. Aunque la oposición hubiese desarrollado la mejor estrategia, aunque todos los candidatos opositores hubiesen aportado a un proyecto común y sacrificado sus legítimas aspiraciones personales, igual hubiesen perdido ampliamente. La diferencia con el segundo podría haber sido algo menor pero el impacto y el significado político sería el mismo.
Pero el punto clave de toda la cuestión es que la fuerza dominante del sistema político es aquella que expresa valores negativos. Eso es lo preocupante y lo que no preanuncia nada bueno. Que una fuerza corrupta, cínica, demagoga y mentirosa gane con semejante ventaja es trágico porque pone en evidencia que todos esos disvalores no desencadenan una conducta de rechazo. Ningún sistema social se puede sustentar sólidamente en semejantes valores éticos. Con el tiempo, la inmoralidad implosiona y el ordenamiento social concluye desmoronándose y entrando en una crisis de consecuencias imprevisibles.
Esto significa, lisa y llanamente, que el pueblo argentino ha elegido recorrer el camino del fracaso. Quizá la mayor parte de la gente no comprenda que un sistema como el kirchnerista está, tarde o temprano, condenado a desbarrancarse y por eso lo apoya, suponiendo que las inmoralidades que el gobierno representa no tienen importancia.
Pero al margen de que esas inmoralidades implican instituir un sistema de convivencia absolutamente perverso, lo cierto es que hasta desde un punto de vista pragmático el sistema que el kirchnerismo propugna es inconveniente porque no genera las condiciones para el progreso y el bienestar. Entonces, llegará un momento en que todo el andamiaje se tornará insostenible y los mismos que habían apoyado y convalidado todas las inmoralidades se rebelarán contra ese gobierno y así sobrevendrá la crisis. Pero frente a esa crisis no habrá elementos para abordarla porque todos los valores morales, que son el fundamento para superar las situaciones complejas, habían sido subvertidos. La forma de superar una crisis es asumiendo la realidad pero si lo que está en crisis es el contacto con la realidad (distorsionado por la corrupción, el cinismo, la demagogia y la mentira del gobierno) nos habremos quedado sin mecanismos aptos para resolver los problemas.
El futuro de nuestro país es sumamente preocupante si este rumbo no se rectifica. Por el momento, la posibilidad de que algo así ocurra parece utópica. Por lo tanto, deberemos atenernos a las consecuencias. En definitiva, es lo que el pueblo eligió.
OJALÁ NOS ALCANCE EL TIEMPO PARA PODER VIVIR UNA SITUACIÓN MÁS VALEDERA. YA VENDRÁN TIEMPOS MEJORES, DIJO MI PAPÁ HACE MÁS DE 40AÑOS, Y SE MURIÓ SIN VERLOS.
ACÁ TENEMOS EMPERADOR PARA RATO
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