nadie que haya observado la realidad política en los últimos dos meses con honestidad intelectual y sin prejuicios pueden haberlo sorprendido que Cristina Kirchner fuera la aplastante ganadora de las elecciones primarias de ayer, salvo por el porcentaje alcanzado, que superó hasta los pronósticos más optimistas de sus seguidores.
En los 30 días previos a estos comicios no hubo ni un solo indicio serio que permitiera pensar que Cristina Kirchner iba a obtener otro resultado en todo el país que no fuera una arrolladora victoria. A pesar de las derrotas de sus candidatos en Capital Federal y Santa Fe; a pesar del escándalo de Schoklender y Hebe de Bonafini, a pesar de la inflación creciente, a pesar de.
La situación económica, que permite sostener altísimos niveles de consumo masivo, y numerosas medidas del Gobierno de alta aceptación popular (asignación universal por hijo, matrimonio igualitario, otorgamiento de jubilaciones y suba de jubilaciones mínimas, intervención del Estado en la economía, política de derechos humanos, ley de medios, entre otras) se sumaron en esta elección a una conjunción de factores que afectaron decisivamente a la oposición y potenciaron al oficialismo.
A la cabeza de esas conjunciones cabe ubicar:
La muerte de Néstor Kirchner (por entonces el candidato oficialista) y la aplicación de un nuevo sistema electoral.
"En los 30 días previos a estos comicios no hubo ni un solo indicio serio que permitiera pensar que CFK iba a obtener otro resultado en todo el país que no fuera una arrolladora victoria"
El nuevo cronograma de elecciones indujo a los partidos a empezar a definir sus alianzas y precandidaturas casi ocho meses antes de la fecha de las elecciones nacionales, en el punto más alto de la recuperación de la imagen de la Presidenta y de su gobierno, disparada por el impacto social que causó el fallecimiento de Kirchner, ocurrido apenas cuatro meses antes.Allí obtuvo su primera ventaja el oficialismo: mientras la oposición se debatía en sus dilemas internos sin conseguir que asomara ningún postulante con chances de triunfar, el kirchnerismo ya tenía un candidato indiscutido -Cristina Kirchner- con el plus de contar ésta con una aceptación que su fallecido esposo no tenía.
A comienzos del año, el kirchnerismo logró así instalar con singular éxito la consigna "Cristina ya ganó", con tanta fuerza que muchos opositores pensaron que si no consagraban sus candidatos antes de las primarias no tendrían ninguna chance después.
Y hasta los fuerzas gobernantes distritales (el macrismo en Capital o el socialismo en Santa Fe) empezaron a dudar de la posibilidad de retener el poder en sus territorios. Sus líderes, voluntaria o involuntariamente, jugaron entonces para reforzar las chances del Gobierno. Macri bajó su candidatura presidencial para optar por la reelección comunal dejando a la centro derecha sin una opción renovadora. Binner (impedido de ir por otro mandato provincial) se subió a la disputa nacional, tras romper con el radicalismo, para sostener las chances de su candidato a gobernador y fragmentar aún más a la centro izquierda.
"El kirchnerismo logró así instalar con éxito la consigna "Cristina ya ganó", con tanta fuerza que muchos opositores pensaron que si no consagraban sus candidatos antes de las primarias no tendrían ninguna chance después"
La UCR, que tenía tres precandidatos, optó por defección por el que mejor medía en las encuestas: Ricardo Alfonsín. Duhalde y Rodríguez Saá, en lugar de dirimir el candidato del peronismo disidente en las primarias de ayer, adelantaron su enfrentamiento en una interna de realización imposible y de fracaso anunciado.Surgieron así alianzas contranatura para sumar individualidades que al juntarse sólo dividían, como la extraña pareja de Ricardo Alfonsín y Francisco de Narváez.
Cuando las realidades locales permitieron desvanecer los temores de los líderes territoriales opositores (contundentes derrotas K en Capital y Santa Fe), ya era demasiado para cambiar el curso nacional de sus decisiones.
Así, la ilusión que fogoneó Duhalde de que la ciudadanía haría lo que la dirigencia había sido incapaz de concretar (optar por uno de los seis postulantes opositores para erigirlo en "el" desafiante del oficialismo) no podía ser si no una quimera. Los casi cuarenta y tres puntos repartidos entre cuatro opositores son la mejor evidencia de ese error de diagnóstico.
No podía esperarse otra cosa frente a una candidata y una fuerza a las que si algo le sobra es decisión para ejercer el poder y liderazgo, y que reviste de épica hasta la inauguración de un planta fabril privada o la apertura de un comedor escolar.
Por aciertos del oficialismo y defectos groseros de sus adversarios, "Cristina ya ganó" parece haberse convertido así en una de las mejores profecías autocumplidas..
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